El objetivo de la propuesta fue sensibilizar a la comunidad sobre esta patología: brindaron tanto consejos como técnicas para la elaboración de comidas sin TACC junto a la manipulación de utensilios o alimentos e incluso especialistas ofrecieron una charla didáctica sobre nutrición y contaminación cruzada.

Gladys Ibáñez utilizó su condición de paciente con la afección para ilustrar cuestiones específicas durante su exposición. “Visibilizar fue el factor elemental para encontrar el problema a tiempo”, aseguró la capacitadora que señaló la relevancia de “seguir un régimen libre de gluten, pero también prestar atención a los materiales de cocina: si tomaron contacto con un producto no apto para celíacos, provocaron consecuencias fueron nocivas”.

La Licenciada en Nutrición vinculada a la mencionada dependencia municipal -Mariana Di Marco-  valoró la posibilidad de “socializar el conocimiento y evitar complicaciones”. “En ese aspecto, el eslabón primario en el sistema sanitario resultó indispensable en un eje clave como la prevención”, afirmó.

Por último, enumeró una serie de recomendaciones básicas: “Frente a la prescripción positiva, a través de un examen de sangre o biopsia, el paso inicial aconsejado siempre fue la dieta personalizada según los indicios y respuestas ante la intolerancia a componentes específicos como el trigo o una proteína puntual. La evaluación constante permitió identificarlas e impedir deficiencias nutricionales”.

“Mi hija de cuatro años fue diagnosticada. Al principio, causó incertidumbre. Costó asimilarlo. Por ese motivo, esta iniciativa abierta me pareció fundamental para tener variantes e incorporar herramientas a su cuidado sobre lo que podía comer o no por ejemplo. Ahora, logramos transitarlo con tranquilidad”, reveló Melanie tras recorrer el puesto.